lunes, 28 de julio de 2008

LEYENDAS DE GUATEMALA

Existe la creencia de que los árboles respiran el aliento de las personas que habitan las ciudades enterradas, y por eso, costumbre legendaria y familiar, a su sombra se aconsejan los que tienen que resolver casos de conciencia, los enamorados alivian su pena, se orientan los romeros perdidos del camino y reciben inspiración los poetas.

Los árboles hechizan la ciudad entera. La tela delgadísima del sueño se puebla de sombras que la hacen temblar. Ronda por Casa-Mata la Tatuana. El Sombrerón recorre los portales de un extremo a otro; salta, rueda, es Satanás de hule. Y asoma por las vegas el Cadejo, que roba mozas de trenzas largas y hace ñudos en las crines de los caballos. Empero, ni una pestaña se mueve en el fondo de la ciudad dormida, ni nada pasa realmente en la carne de las cosas sensibles.

El aliento de los árboles aleja las montañas, donde el camino ondula como hilo de humo. Oscurece, sobrenadan naranjas, se percibe el menor eco, tan honda repercusión tiene en el paisaje dormido una hoja que cae o un pájaro que canta, y despierta en el alma el Cuco de los Sueños. El Cuco de los Sueños hace ver una ciudad muy grande —pensamiento claro que todos llevamos dentro—, cien veces más grande que esta ciudad de casas pintaditas en medio de la Rosca de San Blas. Es una ciudad formada de ciudades enterradas, superpuestas, como los pisos de una casa de altos.

Ciudad sobre ciudad. ¡Libro de estampas viejas, empastado en piedra con páginas de oro de Indias, de pergaminos españoles y de papel republicano! ¡Cofre que encierra las figuras heladas de una quimera muerta, el oro de las minas y el tesoro de los cabellos blancos de la luna guardados en sortijas de plata! Dentro de esta ciudad de altos se conservan intactas las ciudades antiguas. Por las escaleras suben imágenes de sueño sin dejar huella, sin hacer ruido. De puerta en puerta van cambiando los siglos. En la luz de las parpadean las sombras. Los
fantasmas son las palabras de la eternidad. El Cuco de los Sueños va hilando los cuentos.

EL CADEJO


Según cuentan las personas de mayor edad, que aun habitan en Tacuazinate, que cuando todavía no había en el poblado luz eléctrica, sucedieron muchos casos en cuanto a desaparición de personas, principalmente durante las noches. Afirman que era en las noches de luna llena, cuanto esto sucedía, pues no pocas veces los pobladores vieron pasar por las puertas de su casa un animal de impresionante tamaño, decían que era como un perro negro, de pelaje brillante, los ojos parecían brazas, los enormes colmillos relucían en la oscuridad de la noche, dejaba a su paso
un nauseabundo olor a azufre. Le llamaban el Cadejo, nadie sabía porque era el nombre. Por las mañanas, la noticia era que a alguien durante la noche se lo había ganado el demonio. No
importaba la edad, ni el sexo.

Sabían que en otras comunidades aledañas, como Chahuites o en el Jicaro, también pasaba lo mismo, pero nunca nadie había visto de cerca al animal, por eso para prevenir cualquier ataque, no faltaban en las casas los frascos con agua bendita, las cabezas de ajo amarradas con listones rojos atrás de las puertas, o siempre recomendaban que se orinaran a los alrededores de la casa,
para si ahuyentar a los malos espíritus.

La población esta rodeada por varios cerros, que conforman una cadena montañosa, muchos creían que era de uno de ellos de donde descendía por las noches. Había los exagerados que gustaban de inventar historias, según contaban habían tenido encuentros con el famoso animal, habiendo recibido heridas por sus colmillos y garras, y que cuando se luchaba con valor se le podía vencer, otros por el contrario aseguraban que era una persona que tenia pacto con el demonio, otros tantos decían que era algún loco que andaba suelto y que mataba a mordida a sus victimas.

En cierta ocasión en que se encontraban tomando dos borrachitos del pueblo, a los que la gente les llamaban los ‘’ bojos’’ porque eran como la madera (bofa), estaban estos sobre la banqueta de tía Yaco, casi en las orillas del pueblo, era uno de los puntos de reunión de todos los bojos, otro sitio era el del Juchito, siempre ahí se les podía encontrar tomando su acostumbrada ración de mezcal serrano. Era ya muy entrada la noche, por cierto había luna llena, cuando uno de ellos, al que le conocían como Tolentino, estaba acurrucado sobre el enorme portón de madera, cuando observo a lo lejos una luz que se dirigía en dirección a ellos, el otro al que le llamaban Vizcaíno estaba acostado, y estaba en parte oculto por una piedra grande que no quitaron cuando hicieron la banqueta, éste estaba semidormido, ya que nada más abría bien los ojos cuando se prendía a la botella y se tomaba un trago, luego nuevamente se acostaba. En eso estaban cuando Tolentino no perdía de vista aquella luz, pensó que a lo mejor alguien se dirigía rumbo a ellos y venia fumando, pero a medida que más se acercaba divisaba, muy apenas, que eran dos luces y que parecían que echaban chispas, entonces empezó a sentir miedo.

Tolentino, cada vez empezó a sentir mas miedo, así que decidió hablarle a Vizcaíno para que se despertara, y para ver si veía lo mismo que él. –Ey tu bojo, despiértate, le habló en una forma que casi ni el mismo se alcanzo a escuchar. El otro enfadado por haber sido interrumpido, le contesto: Uta, porque no dejas dormir compadre, estoy muy cansado.
–Que te despiertes, parece que alguien viene rumbo a nosotros, pero hasta creo que trae lumbre
en los ojos. –Ay compadre, ha de ser Don Tane con sus puros, pídele uno. Un viento helado ¿empezó a inundar la callecita del poblado, las ramas de tamarindo comenzaron a moverse, unas ramitas de escobilla era arrastrada por el viento, el palo de pochota que estaba a unos cuantos metros de ellos, les impedía ver la luna, que además en ese momento se oculto en una nube. El aroma metálico, apenas perceptible al olfato casi atrofiado por completo por tantos años de bebedores, hasta hizo que se les secara la boca, ya Vizcaíno se había despertado por completo, pero sin haber visto la luz que le señalaban. Prácticamente se quedaron tiesos y mudos al escuchar como sonaban las hojas de guanacastle al paso del enorme animal, era profundamente negro, la cola que arrastraba se movía en todas direcciones, nunca habían visto una cola de un animal tan larga, en uno de sus movimientos le toco el rostro a Tolentino, éste no aguanto mas y sintió una humedad que recorría entre sus piernas. Vizcaíno que no había visto de frente al animal, tartamudeando le dijo a su compadre: -Es, es el ca-ca, cacadejo, compadre. El otro también respondió: -no hables, deja que se vaya. No muy seguros de lo que habían presenciado, llegaron a insinuar: a lo mejor, tía Yaco le puso algo al mezcal, que nos hacer ver visiones. Como Tolentino había sacado todo el miedo, ya medio repuesto contesto: -Si compita, es cierto lo que vimos, a lo mejor no nos hizo caso el animal porque ya casi ni parecemos gente, no olemos a gente si no a puro trago, y es que yo creo que el se guía por su olfato. O tal vez ya hizo maldad en el pueblo y va satisfecho. Prácticamente se les había quitado la borrachera de no sé cuanto tiempo, meses o años.

sábado, 26 de julio de 2008

San Juan El Obispo, Antigua Guatemala












Esta población está al pie del volcán de Agua, aproximadamente a cinco kilómetros de La Antigua.

El templo y convento de este poblado fueron construidos en el siglo XVI por el Obispo Francisco Marroquín, habiendo sido su residencia por muchos años, razón por la cual la población lleva su nombre. El conjunto arquitectónico conserva en gran parte su aspecto original.

El templo es muy sencillo pero posee valiosos y bellos retablos y pinturas e imágenes de gran calidad y antigüedad. El palacio arzobispal hoy es utilizado como sede de una congregación de monjas. Posee tres patios, dos de los cuales están rodeados de arquería.

El templo puede visitarse de lunes a viernes de 9h00 a 12h00 y de 15h00 a 17h00 y sábados y domingos por la mañana.